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Sara Carbonero, Musa Oficial

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sábado, diciembre 22, 2007

Histeria de Ô, Episodio III : el des-enlace

Tras una larga, larguísima luna de miel en los lugares más hermosos y exóticos del planeta por gentileza de Viajes Palacete Inc. nuestros héroes regresaron y se instalaron en las lujosas habitaciones de Petunia.


Petunia y Osorio disfrutando de su luna de miel


Al pobre Osorio ya le extrañaba que puediera pasar tantos días de vacaciones pagadas a todo tren aunque jamás hubiera podido imaginar los oscuros motivos que lo justificaban.

Se acercaba la época de la recolección y la maquinaria debía pasar una estricta y laboriosa puesta a punto antes de proceder, por lo que era imprescindible mantener a los machos en plena forma, bien nutridos y, sobretodo, motivados para aguantar innumerables coitos .

Petunia en realidad era una cotizadísima cocinera, no en vano las finanzas de Palacete dependían de la venta y exportación de sus celebérrimos canelones cuyo éxito se debía a su receta secreta para la bechamel, elaborada a base de esperma que ella misma supervisaba en todas las fases de producción.


Apetitosos, ¿verdad?


Hasta tal punto dependían la finanzas de Palacete de las artes culinarias de Petunia que se le consentían los continuos incendios que provocaba para ser salvada por aguerridos bomberos o los delitos que perpretaba para ser interrogada por la policía en oscuros calabozos.


¿Qué tendrán los bomberos?


Cuando Petunia consideró que estuvo listo dio orden de llevar a Osorio a la "cocina" donde fue acoplado por la fuerza a una especie de camilla en la que quedaba sujeto por unas correas y engranajes a una compleja maquinaria de extracción del precioso ingrediente. Junto a él, en camillas idénticas pudo ver a Vito y a David, ambos seducidos de modo semejante por la bella y exótica Patty.


Una de las ayudantes de Petunia supervisando el proceso


Después de tres días y tres noches ininterrumpidos de extracción se dieron cuenta de que algo fallaba, la calidad no era la habitual y la bechamel se cortaba.

-¿QUIÉN DE VOSOTROS ES EL SACARINO? gritó fuera de sí Petunia blandiendo un cuchillo de grandes dimensiones.

-...y... yo, logró balbucear el pobre Osorio visiblemente demacrado.

-Tú, infeliz, después de cuidarte con tanto esmero, ¡A LAS MAZMORRAS CON ÉL! Por la mañana que lo ejecuten, su carne la utilizaremos de relleno y sus vísceras se las daremos a los perros.

Sus compañeros de infortunio eyacularon del susto mientras dos encapuchados se llevaban a Osorio...

A la mañana siguiente Rummi, el verdugo interino, se levantó especialmente feliz y se dirigió a las mazmorras a buscar a su víctima; había afilado y limpiado con esmero su guillotina la noche anterior y se había engalanado para la ocasión.


Rummi posa orgulloso junto a su guillotina con un traje de época


Pero al llegar a las mazmorras observó consternado que la puerta de la celda estaba abierta y que el reo había desaparecido.

Emili, que conocía toda la trama, le había ayudado a escapar por un pasadizo secreto que había construído su abuelo cuando era joven, por eso nadie salvo él lo conocía.

Saltaron todas las alarmas y le buscaron por todas partes pero nadie le encontró...

* * *

A la mañana siguiente...

-Zas!!!

-¿Quién coño es Penélope? llevas dos noches nombrándola en sueños- espetó.

-¿Penélope? no cariño, no, Pe-lo-po-ne-so, es donde te voy a llevar de viaje, compré los billetes anteayer, era una sorpresa.

Camino del aeropuerto Osorio ató cabos: los peluches debían tener algún tipo de feromona, los labios de Petunia algún narcótico,... todo encajaba, era una treta para captar incautos donantes. O...¿Todo había sido un sueño?

Una vez en el avión sonrió feliz y aliviado, por megafonía se escuchó:

-Bienvenidos a bordo, les habla el comandante Raimundo...