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Sara Carbonero, Musa Oficial

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miércoles, diciembre 19, 2007

La Odisea VII, by Estafador BE

("BE, anda fillet, acaba esto como puedas...", Penélope dixit al mandarme la historia.

El autor, ciertamente, acabará esto como pueda; no sin antes aprovechar para dedicar el post a sus hijas Abril y Berta con mucho cariño; a Ana, por su apoyo; al Sr. Gates, por la corrección ortográfica; y en especial al "Comando Tupperware" -cariñosamente- del Palacete, porque uno tiene debilidad por las chicas, qué le vamos a hacer).

A todo esto los 30 segundos del penúltimo post ya habían pasado. Y otros 30, y otros 30, y otros 30...; y la mierda de Haloscan seguía sin dejar a Sub compilar los dígitos mágicos (burda copia de los de "Lost", como sin duda habréis notado). Hacía muchas veces 30 segundos que habían pasado el punto de no retorno y se dirigían lentamente, inexorablemente, desesperanzadamente, trágicamente, hacia el agujero negro. Los pusilánimes tripulantes de la nave (el hecho de que no supieran qué quiere decir "pusilánime" no quita que no lo fueran, aún desconociéndolo) hacía ya rato que se habían desmayado de la impresión al saberse condenados. Todos excepto BE, lúcido y sereno, que nogensmenys se fingía desvanecido por solidaridad.

Be, sereno. Con su cambio de look se parece más a su ídolo

(Oficialmente el autor utiliza este recurso literario para alejarse un poco del tono coral de la historia; en realidad lo hace al saberse incapaz de hilar un post de cierta calidad con tantos personajes pululando por él).

En este momento se oyó un fuerte "CLONG", hubo un golpe, y la nave se sacudió y empezó a ir marcha atrás. En el puesto de control todos se miraron extrañados, excepto Keksi, que en un rincón con la sonrisa puesta no hacía más que murmurar divertida "once uno once, once uno once, once uno once...". Finalmente estalló en la gran carcajada que llevaba tiempo aguantándose a la vez que miccionaba con profusión (uséase, se meaba de la risa).

Antes de poder preguntar nada, un grito de J les hizo volverse de nuevo hacia la pantalla del radar:

-¡Algo ha aparecido en el radar! ¡Es una especie de pantalla esférica que rodea el Sistema Solar, tres parsecs más allá de Plutón! ¡Creo que la nave ha rebotado contra ella!

Keksi intentaba con todas sus fuerzas aguantarse la risa y, tras llamar la atención de los otros con un sonoro pedo, al fin lo consiguió y se puso a hablar sin sentido rápida y compulsivamente (como hace habitualmente, por otro lado). Esto fue más o menos lo que entendieron los otros:

-La Cápsula no llegará nunca al agujero negro, vuestros amigos no morirán, esto no se hunde. ¡Pero habéis perdido, terrícolas palaceteños!! Nunca podréis conquistar el planeta Galleta. Llevamos eones vigilándoos, controlando vuestros movimientos. Para evitar que salgáis de este sistema hace siglos que construimos a su alrededor una gigantérrima Esfera de Dyson.

J, que siempre se tiraba el pegote de leer mucha ciencia ficción pero que en realidad no tenía ni pajolera idea, entro rápidamente en la Wikipedia para averiguar qué era aquello:

-Una "Esfera de Dyson" es una cubierta esférica de talla astronómica alrededor de una estrella -dijo como quien no quiere la cosa.

-Sí -continuó Keksi-. Y ha permanecido invisible, o más bien transparente a cualquier radiación, hasta que el choque de la cápsula ha desincronizado la fase de su spin intrínseco con el período de precesión de la Tierra, y ahora la podéis detectar, pero ya es demasiado tarde. Ahora sólo tengo que acabar con vuestro líder Hans Fórceps y Keksi Friedegg del planeta Galleta habrá completado su misión. Sí, soy extraterrestre, por eso soy tan guapa y tan lista y hago estos horarios intempestivos y siembro cizaña por doquier. Y esto no son huevos fritos, son mis ojos de verdad. y ahora os subyugaré a todos -J volvió a la Wikipedia para buscar el significado de "subyugar"-. No queremos que salgáis de la galaxia. No queremos que infestéis nuestro planeta los fines de semana. No queremos que venga Carod-Rovira en visita institucional. No queremos sucursales de La Caixa. No queremos que lleguen hasta allí las transmisiones de Cadena Dial.

En ese momento, aprovechando que Keksi tomaba aire, Linmer se le acerco y le susurró al oído:

-Oh excelsa Keksi, luz en nuestra penumbra, calor en nuestro invierno, lirio entre nuestros cardos, ¿no olvidáis algo?

-¡Silencio! -se indignó Keksi-. ¡Y no hables así de cursi que estamos en el Palacete y no en tu blog, coño! -se giró de nuevo hacia los otros-. Estos KLEDO son mis siervos, guerreros de la casta más baja de Galleta, miserables luchadores que no dudarán en dejarse matar por la causa. Pero basta de explicaciones -terminó abruptamente.


Kim y Rummy, la élite del KLEDO

(Abruptamente porque el autor se acaba de dar cuenta de que se está alargando demasiado y no está seguro de llegar a donde quería en un principio. O sea que optaré por terminar la historia dejando la puerta abierta a cuantas secuelas los productores consideren necesario).

Se tocó el broche del pecho y dijo mirando al tendido:

-Sr. Spock, teletransporte.

Y ella, KiM, Linmer, Elnan, David y Ô desaparecieron, dejando una sala de control llena de pasmarotes boquiabiertos y una cápsula espacial volviendo a casa como El Almendro.