Dícese en esta parte del texto que un elefante opulento en sus formas y magnánimo en sus gestos caminaba por la jungla cuando encontró bajo una gran seta a un pequeño Gnomo,de nombre David.
El elefante le pidió si las hojas que colgaban de un árbol eran comestibles ante lo cual sorprendido nuestro pequeño protagonista le respondió afirmativamente. En esas que el inocentón elefante Ô alzó su trompa presto a recoger el precioso manjar en forma de hojas que el pequeño duendecillo le hubo ofrecido. Con gran avidez empezó a devorar las hojas que arrancó del árbol y a continuacíón se estiró para hacer la digestión. Dice la leyenda que las hojas le sentaron mal y empezó a tener sensaciones raras y a adelgazar continuamente hasta que quedóse en los huesos, momificado y con el cuerpo descompuesto por el veneno del follaje que habia consumido un rato antes. David, el pequeño Gnomo mentirosillo se empezó a reir a carcajadas sobre el ojo del pobre paquidermo que yacía en el suelo selvático descompuesto, victima de la ponzoña. David recogió lo unico aprovechable del pobre Ô, sus colmillos de marfil y con su fuerza descomunal los arrastró hasta su pequeña guarida en medio del bosque bajo un árbol frondoso de proporciones descomunales. Aquí se acaba la historia de nuestro querido elefante azul y de David el trapichero, que era bueno en el fondo, pero eso si, un coleccionista de colmillos...
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