La botigueta de l'Alex

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Palaceteños

Sara Carbonero, Musa Oficial

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miércoles, mayo 16, 2007

Mou-te per Palacete!, by Rai Hereu


- ¿Rai ? – espetó Keksi – Oiga, Towers yace en el pasillo suroeste de Palacete completamente borracho y con unas bolas chinas en el ojete. Qué hago?
- Mierda! Está J todavía por ahí?
- Aquí lo tiene, bien rasuradito como me pidieron. Un buen par de tetas y será un ejemplar de she-male fabuloso. Se lo llevo yo a la azotea?
- No, olvídalo. El helicóptero no anda fino. Creo que tiene el diferencial hecho polvo, la hélice central y la de popa van cada una a su aire, originando con ello grip desigual, rotación asimétrica y desgaste del eje. Mira, bájame a J al jardín. Y con garbo.
- A sus órdenes, mi señor.

Cogí a J de la entrepierna y enfilé el sendero que cruzaba el jardín. Se me hacía tarde. Volví a comprobar el lugar y la hora de entrega del paquete (un paquete muy misterioso y secreto que le da una emoción de cojones a la trama): C/ Muñeca Chochona nº 253, a las 12:30 horas. ‘Ven con el cabeza hueca’.


Y tan cabeza hueca... había llegado un momento en que los resets continuados de J empezaban a tocarme los cojones de verdad. Ya ni le respondía cuándo me inquiría mi identidad, o bien le contestaba la primera soplapollez que me pasaba por la cabeza. Coño con el sifilítico...

De repente, una mano gruesa y curtida apareció de detrás de un matorral y me agarró fuertemente del hombro. Aquel dedo anular con el enorme anillo del yugo y las flechas me revelaron automáticamente la identidad del interfecto.

- No estoy para mariconadas, Paradox!
- Le veo nervioso y con prisas, Sr. Raimon.
- Como que tengo una cita y llego tarde, cojones.
- Entiendo. Déjeme a mí a J. Yo se lo entretendré un ratito. Ya verá como le espabilo!
- Ya sé yo lo que usted entiende por entretener y espabilar, vicioso depravado... Sabe que con gusto se lo dejaría, pero necesito llevármelo conmigo. Pero mire, si quiere hacerme un favor, présteme ese trozo de manguera que me lo voy a llevar atado del cuello y a cuatro gatas.
- Aquí tiene. A mí también me gusta tenerlos atados y a cuatro gatas...

Justo en ese momento el coche de los Fórceps, un Hispano Suiza del 34 conducido por el fiel y diligente Rummi, se detuvo ante el colmado de Palacete. Iban a hacer la compra. Me quedé mirando fijamente a Fórceps y le hice la señal acordada. Éste, tras percibir mi señal, respondió en un perfecto escocés:


- Amdabán am al pugrama, Rai!

Mientras los Fórceps entraban en la tienda (no sin antes atar a Rummi a la puerta de la misma) acabé de cruzar el jardín y llegué a la puerta principal de Palacete. El tráfico a esa hora era un completo caos. ‘Hostia, no voy a llegar’.

- ¡Mozo! – grité. ¿Moisés te llamas, verdad? Mira, llévame a cuestas a la C/ Muñeca Chochona.
- Pero señor, pesa usted más de 80 kilos y tengo la espalda destrozada...
- ¿Ha vuelto a darte Sub?
- Toda la noche, señor, toda la noche. Es insaciable.
- Y qué lo digas. Valiente sodomita...
- Que le lleve J a cuestas, ¿no? – sugirió Moi.
- ¿Éste? Ni hablar. Tendría que repetirle la dirección cada 30 segundos...
- Ya veo... Señor, permítame una sugerencia. Ya sé que los de su escalafón no lo tienen por costumbre, pero creo que es el mometno oportuno de utilizar el Metro de Palacete.
- ¿Cómo dices? ¿Con los obreros? ¿Con la chusma?
- No huelen tan mal, no se crea. Mire, para ir a la Calle Muñeca Chochona tiene una combinación bastante guapa. Y sobre todo, rápida. A ver... – se sacó del bolsillo el mapa de la red de SubGay de Palacete y empezó a describir el itinerario - Mire, tiene la estación de Pza. Palacete a 30 metros de aquí. Son esas escaleras que van para abajo... Coja la línea roja. Luego sólo tiene que hacer transbordo en Flavia, coger la amarilla y bajarse en Ánsar-Yorstaun. Lo ve?
- Uhmm... ¿y seguro que no voy a coger la tuberculosis o el tifus? Bueno, venga, te compro la idea. Ahora fuera de mi vista, anormal.


Mapa de la Red de SubGay de Palacete (Homenaje a Kim)


Me dirigí a la boca del metro con J atado con la manguera y seguí las instrucciones de Moi al pie de la letra. Sorprendentemente, éstas eran correctas y a las 12:25 minutos estaba delante del nº 253 de la C/ Muñeca Chochona. Se trataba del local de Streaptease Dei-Yang.

El olor a humo y a perfume barato me recordaron no ya mi juventud, sino lo que había sido casi toda mi vida. Una vida de burdel en burdel, de antro en antro, alimentándome exclusivamente de alcohol y familiarizándome con el apasionante y desconocido mundo de las venéreas.

Era un local infecto, con una iluminación deprimente y una clientela de lo más bajo. El tiempo parecía haberse detenido para esas almas en pena. Las políticas surrealistas del anterior Ministro de Economía Oscarini (ahora Papa Botarate Sétimo) habían dejado la economía de Palacete hecha un solar, con más del 70% de la población en el paro y aficionada al alcohol y la prostitución.

El Doctor BE y Joan CG servían en la barra y parecían los únicos ajenos a la depravación del lugar. De repente me topé con Corser y Kim, que con los ojos vidriosos me espetaron:

- Haznos un paja, tío.
- ¡Salid de aquí, guarros!- les dije apartándolos con un fuerte uppercut de derechas.


De repente la iluminación cambió y se hizo el silencio. Patty, Morgana, y Pe aparecieron en el escenario disfrazadas de orientales, ligeritas de ropa y con un apurado que revelaba su paso por la gillette afilada de Keksi hacía pocas horas. Cada una de las tres se agarró con una mano a la barra y Pe, la más dicharachera, empezó a cantar.











Dios mío, qué espectáculo tan denigrante, pensé. Las tres chicas intentando bailar y moverse de forma sugerente al son de la canción... los espectadores disfrutando embriagados las evoluciones de esas gallinas pechugonas y de esos movimientos de piernas alrededor de la barra... el señó cherinola, agitándose como un loco sobre su silla de ruedas, babeando y gritando frases ininteligibles...y el más extasiado, Ant Hefner, manejando aceleradamente sus 13 cm púbicos y mostrándose como el más hábil y desprendido a la hora de colocar billetes de 5 euros debajo del sujetador o las braguitas de las chicas.

Éstas, simulando agradecimiento, respondían sacándose alguna de las prendas de ropa que todavía conservaban. Mientras, del lavabo no paraban de entrar, y luego salir con los ojos inyectados y la nariz bien congestionada, personajes de todo tipo y calaña. Àlex, Sub, HRubesch, Elnan, etc..., todos habían ido a hacer ‘sus necesidades’.

La música concluyó, y las tres chicas acabaron compeltamente desnudas sobre el escenario. En ese momento apareció Chiringui, un tipo muy raro con una máscara grotesca y una cara de mala hostia cosa mala, que tras quedarse con todo el dinero cogió a las 3 chicas, se las cargó a su espalda como si fueran sacos de patatas, y desapareció entre el humo.

Era ya la 1 del mediodía. El ambiente viciado me impedía mantener los ojos abiertos, y el humo de los porros empezaba a desorientarme. De golpe, caí en la cuenta de que J había desaparecido.

- ¡Cáspita! – espeté.




¿Existe en Palacete una red secreta de operaciones de cambio de sexo y borrado de memoria para prostituir a los->las pobres víctimas?
¿Era Morgana antes el Sr. Pedro Sánchez Sánchez?
¿Y al revés? ¿Era Subcomandante antes un a muñequita chochona?
¿Cuántos están implicados en la trama?
¿Podrá el Dr. J escapar de las garras de esta maléfica red, o ya es demasiado tarde?
Y lo más importante, ¿pillará Rummi una insolación de mil pares de cojones atado a las puertas del colmado de ultramarinos de Palacete horas y horas mientras los Fórceps deciden qué marca de yogures compran esta semana?

Las respuestas a todas estas preguntas, en el próximo capítulo de la apasionante telenovela de Palacete History X.

O no.