Breve introducción de lo que fue o pudo ser...
Era sólo una joven desamparada cuando, tras meses de vagar desorientada, fue a parar a los dominios de los amos y señores del lugar. En una chocita de cañas y barro, que ella misma realizó (que apañada, eh!), decidió instalarse en un rincón apartado del extrarradio palacetil.
Desde allí Morgana, pues así se llamaba la moza, contemplaba el ir y venir de los habitantes de aquel singular lugar. En cuanto anochecía, se aproximaba con sigilo y robaba los abundantes restos de los manjares que echaban a los perros. Por lo visto comer, comían poco... el cohabitar desenfrenadamente ya satisfacía todas sus necesidades.
Y así, sin pena ni gloria y sin oficio ni beneficio, transcurrieron los años para Morgana. Su única compañía, una escoba LV.
En una tarde solariega, los señores feudales departían y compartían unos copazos de Viña Tondonia Gran Reserva del 85 rebajadito con gaseosa...
- Mira tú que es rarita... – comentó Raimon
- Calla, calla... pues no hace años que ronda por aquí la tía y todavía no sé que se le ha perdido...- contestó con cara de asco el Capitán F.
- Cuando vuelvo de mi sesión nocturna con mi “personal training”, - inquirió Sub mientras apuraba el trago - al pasar cerca de ella la veo, melena al viento, bailando en torno a una hoguera... no sé, será que se aburre.
- No... si algo tontita ya se la ve... espetó el Capitán F.
- ¡Yo creo que debería utilizar esa escoba para algo de provecho... ! ¡ya está bien eso de vivir del cuento! Aquí pringamos todos!! – sentenció Rai.
Sub captando al instante la mirada que le lanzó Fórceps ( ya sabéis, esas miradas que dicen que vayas tú, por si muerde).
- ¡¡Eh.. Tú!! La de los saltitos... vente pa’ca maja, que necesitamos barredoras en el palacete!! - le gritó Sub sin demasiados miramientos y a una distancia prudencial.
- Ah.. Vale – contestó ella.
La vida de Morgana iba a cambiar en cuanto cruzase las puertas del Palacete...
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