El niño Ales se dispone a ir al bar a tomarse el cortado de todas las mañanas.
Cargar con su nuevo y flamante iPhone le es más farragoso de lo que esperaba tras leer múltiples reviews y comparativas en el interné.
Así que decide ir en coche.
No hay aparcamiento, por lo que estaciona encima de la acera. La acera es lo suficientemente grande como para que pasen los peatones y los coches por el lado sin problema, así que tranquilo y con la convicción de quien se cree dominar la situación se mete en el bar.
Al salir, oh, sorpresa, le han puesto una multa.
Entonces el niño Ales se plantea: si decido dejar el coche aquí toda la vida, ¿me pondrán una multa cada día? ¿O dos al día? ¿No dice la constitución que no se puede pagar por un mismo crimen más que una vez?
Contento por haber encontrado una plaza de parking perpetua, el niño Ales volvió a casa en taxi, sin saber las aventuras que iba a vivir en episodios venideros.
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