Jóse (importante pronunciar bien: la sílaba tónica es la primera) llega a casa a las siete de la tarde cansado de trabajar todo el día, da un beso a la parienta y le dice a su niño:
- Chechu, enciende la Play, que hoy te voy a pegar una paliza que marcará tu infancia.
- El niño no puede jugar a la Play, está castigado- ladra la parienta desde la cocina, sin dejar de pelar patatas.
- ¿Y qué? Yo quiero jugar con él. Apenas lo veo una hora al día, qué menos que hacer juntos lo que más nos gusta.
- El niño está castigado. Me ha contestado mal.
A todo esto, Chechu sostiene con ambas manos un mando de la Play, a la espera de que Papi deshaga el entuerto.
- Coño, pues castígalo con otra cosa, pero no me jodas la marrana a mí también.
- Le castigo con lo que más le jode, para que aprenda rápido.
- Ya, pero...
- Calla, coño, que bastante tengo con aguantar a un niño como para encima tener dos.
- Zorra puta...- masculla Jóse entre dientes.
|