Una mañana del pasado mes de Junio estaba haciendo la declaración de renta 2006 de mi hija Agnés a partir de los datos fiscales en poder de Hacienda, el borrador de declaración que les había solicitado y la información de la que ella disponía. La declaración que presentaba era un poco liada. Todo cuadraba bastante bien pero tenía algunas dudas. Estaba solo en casa y telefoneé a un número de asistencia on-line de Hacienda. Me atendió una chica encantadora, que por su voz parecía joven. Actitud de servicio, lista, iba al grano, pim/pam, duda/pregunta/respuesta/solución, todo con amabilidad y paciencia. Hubo un momento en que ya no podía responder a una de sus preguntas y me sugirió contactar por el móvil con mi hija para resolverlo sobre la marcha. A mí me sabía mal hacerle perder el tiempo y le sugerí cortar la conversación, verlo con mi hija y llamarla de nuevo preguntando por ella. Ella dijo que no (“escolti, tranquil, matem-ho ara, jo m’espero i mentres vaig fent”). Así lo hice y en 3/4 minutos pudimos arreglarlo todo. Una cosa impresionante por lo poco común en este tipo de consultas telefónicas.
Después de darle todas las gracias y antes de cortar se me ocurrió mantener una breve conversación personal con ella. A mis preguntas –aquella perla se llamaba digamos que Teresa- me contó que acababa de terminar Empresariales, que formaba parte de la fuerza de apoyo que Hacienda había contratado para la Campaña, que no tenía todavía trabajo y que había empezado a enviar currículums. Le sugerí enviarlo también a la empresa de la que acababa de jubilarme parcialmente con mi compromiso de interesarme (“tu ets booonaaaa”) para que su CV no fuese uno más puesto que un poco de la preceptiva entrevista se la acaba de hacer telefónicamente. Ella aceptó y me dio sus datos, hicimos unas risas y nos despedimos como buenos padre e hija telefónicos.
Hablé con las dos personas de la Empresa que al recibir su CV sabía que moverían el asunto y les expliqué el caso de aquella crack. A finales de Agosto me llamaron de la Empresa y en concreto XXX, la Jefe de la Unidad a la que Teresa se incorporaría a partir de 1º de septiembre con contrato temporal por seis meses y a prueba: habían recibido el currículum, la habían entrevistado y la cosa iba adelante (“ésta chica parece una fiera”).
Esta mañana me ha telefoneado de nuevo XXX. Teresa cumplirá en unos días los tres meses de trabajo. Todo ha ido por encima de las expectativas: inteligencia, capacidad de trabajo, contacto fácil y dotes de mando. Le han ofrecido ya contrato fijo e incorporarla al grupetto de jóvenes universitarios con proyección: formación específica, stages en otros mercados, etc. Todos están encantados con ella y ella también. Las mujeres al poder, llevo años diciéndolo.
Estoy contento.
Teresa ha preguntado por mi (“aquell senyor amb el que vaig parlar…”).
La semana del 17/12 tengo que ir a la Oficina para esas cosas propias de la época: una copa de cava con los ex-compañeros, recoger lotería, besos, risas, felicitaciones y regalitos varios, etc. Almorzaré con ellos pero antes iré a conocer a Teresa y nos tomaremos un cafelito horroroso en la máquina de su planta.
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Sub diría: ¡qué cosas…..!
(Como casi todo, esto va a mi libreta verde, pero dedico copia aliñada a Palacete. Por cierto, por Navidad espero de Palacete un post-canción navideño con la misma sensibilidad al menos que la del año pasado. Ya podéis empezar a prepararlo, que als carrers ja hi han posat les llumetes)
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