Así pues, nuestro entrañable inventor entre grandes nubes de polvo cuántico llegó a buen puerto y apareció hecho un Don Juan, en uno de los jardines colindantes al palacio medieval. Nuestro héroe se preguntó cuáles eran las costumbres en aquella choza, ¿serian medievales o mundanales?, ¿hablarian sólo de sexo, o de sexo y de futbol?
Sus emociones eran contradictorias, por un lado estaba ansioso en conocer al verdadero responsable del envenenamiento de su antepasado, por otro lado "aprofitava l´avinentessa" para quitarse de encima a la insoportable Doña Raimoneta y sus conversaciones culinarias tan habituales. Una pesada alumna con trompa pero sin colmillos.
Ataviado para la ocasión con unos harapos para pasar desapercibido, se coló por el tragaluz que daba a la celda donde estaba preso el antepasado de su alumna. Observó fijamente como dábase golpes contra los barrotes de la prisión, el pobre Rai no debia atinar a colarse todo y siendo una humilde mosquita del vino. Joan volvióse a preguntar porqué no se fugaba con lo pequeñita que era. La respuesta era muy fácil: era demasiado torpe, sino le pueden preguntar a la fugada otrora conspiradora Morgana (véase ep. Tocata y Fuga de Raibach). De nuevo díjose "¡anda y que le zurzan!" y prosiguió su marcha hacia la cámara real donde Mezikski y Subantonieta estaban dropando un ágape.
Las maquiávelicas cocineras ponzoñeadoras del servil criado progenitor eran las primeras responsables de aquel acto tan vil y tan propio de bellacos, bueno, de bellacas. Estas vasallas... unas restauradoras (vive Gaspart!)
Joan atravesó el umbral de la puerta que daba al pasadizo secreto de palacete por el cual entró. De repente, encontróse con uno de los fieles encargados del servicio.
-¿Quien es usted mi señor si pudiera "ú" pudiese saberse?
* Soy un deambulante, un viajante de la zona que sólo pide caridad anticristiana. Decía aquello que era un viajante en el tiempo y llamaban a Sant Boi directamente.
-De acuerdo. Diríjase a los santos aposentos. Allá hay un par de sujetos (¡vivan los reyes!) que seguro le atenderan muy gustosamente.
Así pues Joanet entró en silencio en la alcoba real y vió unas sucias y mugrientas piernas llenas de hollín, cual fue su sorpresa cuando advirtió que era la figura del Cón-fident. Aquello podia decirse que era "llegar y besar el santo..."
(to be continued)
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