La botigueta de l'Alex

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Que Grande es el Cine, by Elnan

Palaceteños

Sara Carbonero, Musa Oficial

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jueves, junio 28, 2007

Palacete Spaghetti Western VI, by Corser Dalton

Corser agarrado a una botella de Bourbon, hablaba con Mo y Elnan

-Esto no debería haber pasado, ostias

-Sabías perfectamente que cabía esa posibilidad, le contestó Elnan

-Ya lo se, coño, ya lo se. Pero me da rabia.

-Ahora no podemos distraernos con nada. Ni con esto. Estabais muy unidos?

-Que va! Si me suda el rabo que haya muerto, lo jodido es que me debía un montón de pasta y ahora no se de donde coño la voy a sacar. Ten hermanos, que te sacaran los ojos. Anda, vámonos que ya me toca.

La gente estaba expectante, ansiosa de conocer el segundo finalista. Corser seguía trincándose la botella de bourbon cuando faltaban solo 2 minutos para el duelo con Sting. “Tajado lo veo todo más claro, sabes?” le dijo. “Tu mismo”, le replicó el forastero. “Sweet home Alabama where the skies are so blue”, canturreaba Corser, ajeno a todo. 1 minuto. Ahora si, lanzó la botella a unos metros y la hizo añicos de un balazo, provocando que el público se volcara con él. “¡Me quieren, me quieren!... A ti no, porque eres mu feo…ji ji ji”, dijo entre risas, visiblemente borracho. 5 segundos. Se hizo el silencio. Las 17:00. dos disparos. Ambos contendientes se tambalean, pero Corser había perdido su pistola, ya que le habían alcanzado el hombro derecho y, debido al acto reflejo, había soltado su pistola a un par de metros. Levantó la vista hacia su oponente y observó que le había tocado en el rostro, pero únicamente le había hecho una herida en la mejilla. Sonrió, sabiendo que su fin estaba cerca y cerró los ojos, esperando a la muerte, mientras su oponente recargó y le disparó de nuevo, haciendo que su cuerpo cayera abatido sobre el piso. Era su fin. La gente gritaba y ensalzaba al joven forastero, que daba la campanada y se metía en la final, confirmándose como el outsider de la competición. El Doctor Be se llevó discretamente el cadáver de Corser, certificando previamente su muerte, como era habitual hacia el depósito.

Corser, visiblemente tajado

Raimon tomó la palabra

-Bueno, después de este acto de depuración de gente indeseable, mañana a las 14:00 horas, 8:30 en Laponia, tendrá lugar la final entre el ilustrísimo generalísimo bribón señor Forceps y el mindundi este de Sting. Diviértanse, emborráchense y sodomícense, que es lo que mejor saben hacer banda de analfabetos y hasta mañana.

La noche se desarrolló dentro de los parámetros habituales de perversión nocturna palaceteña: Adultos teniendo sexo desenfrenado con rasurados jovencitos, peleas de barro entre curvilíneas mujeres, ingesta de grandes cantidades de alcohol, travestismo de toda índole, consumo desmesurado de estupefacientes, ancianas desdentadas practicando felaciones, sórdidas sesiones de sado, orgías con otras especies del reino animal….lo de siempre, vamos.

Era en aquella clase de noches lúdico-festivas cuando a Rai le gustaba hacer una visita a los calabozos. Solía untar convenientemente al Eldeu, alguacil y vigilante de la cárcel para poder acceder a ella con total impunidad. Era un lugar húmedo, sucio y oscuro y eso le excitaba sobremanera. Cuando iba bajando por la escalera, ese olor a humanidad, a macho, le hacía tener una erección. Ni siquiera se molestaba a encender la luz, le daba mucho morbo bajar a oscuras sabiendo que allí estaba lleno de malhechores y hombres violentos. Se arrimaba a la pared y bajaba pegado a ella mientras frotaba su miembro contra la misma. Cuando estaba llegando abajo, se despojó de su camisa y empezó a acariciarse el pecho y a tocarse los pezones mientras se metía el dedo de la otra mano en la boca. Le encantaba sentirse como un zorrón en aquél lugar. Siguió avanzando por el pasillo que había entre las celdas y se desnudó del todo, mientras los allí encerrados le lanzaban toda clase de improperios o piroropos, según el grado de desviación que tuvieran, cosa que hizo aumentar aun más su excitación. Incluso se acercaba a los presos para sentir más de cerca el calor humano y se dejaba tocar por los que más cerdadas le decían. Se sentía como pez en el agua en aquel ambiente. Siguió andando y llegó hasta las celdas del final del pasillo. Confiaba en que el alguacil le hubiera dejado todo preparado, tal y como habían acordado por la tarde. Palpó los barrotes de la mazmorra donde estaba su objetivo de aquella noche. Encendió una vela para comprobar que todo estaba según lo previsto y abrió la puerta con la llave que llevaba colgada del cuello.

-Hola, confi- dijo Rai con voz sensual.

-Eh? Rai? Por qué me han atado asi? Otra vez no, por favor. Por Touré y Alves te imploro clemencia

-Mmmmmhh…no…has sido un chico muuuuuyyy malo…., contestó Rai, relamiéndose como una perra

-No, por favor.

Rai recorrió la fisionomía de el_confident con sus manos sudorosas, mientras le daba mordisquitos por todo su cuerpo.

-Hoy quiero que cuando expulse mi amor en tus fauces, me digas ‘Que rica merienda, señor Edmilson’…., dijo Rai con voz trémula

-No, se lo suplico, noooooooo.

Los gritos de el_confident retumbaban en toda la prisión, momento en el cual Eldeu aprovechó para cerrar con llave las Mazmorras, dejando todo el recinto a oscuras.

El_confident atado, ante la mirada vidriosa de Rai

Después de echar el cerrojo, Eldeu se dirigió hacia el Saloon para tomarse unas copichuelas. Al llegar, Elnan salió proyectado del local por Kim, cayendo en el espeso barro, mientras le acusaba de vividor , chorizo y puto madrileño de mierda. A punto estuvo de darle un buen golpe con las puertas retráctiles del local. Había una tangana montada allí de padre y muy señor mío, donde los vasos y las ostias volaban. Echó una mirada a su interior y vio a Forceps estampando al Chiringui contra una mesa, rompiéndola, por negarse a bailar en la barra, como el le había pedido. Acto seguido agarró un taburete y se lo rompió en la cabeza. Y es que a Forceps cuando bebía en exceso, le salía su lado violento. Viendo el panorama, optó por dar media vuelta y dirigirse a otro local.

Amaneció resacoso Fórceps, como le sucedía con frecuencia y sin ninguna clase de recuerdo, producto de otra noche loca más. Legendarias eran sus lagunas mentales. Salió al enorme balcón presidencial y pudo observar el lamentable estado de las calles, con botellas por el suelo, gente tirada por allí totalmente ebria, algunos muertos por sobredosis que eran pasto de los buitres, camellos echando cuentas de lo vendido, prostitutas/os volviendo de alguna fiesta refrescando su entrepierna en la fuente… Entró de nuevo a su habitación, se crujió los huesos de cuello y manos y agarró su rifle. Se postró en una ventana, como hacía muchas mañanas y disparó al azar a la gente que pasaba por la calle. Una niña adicta al crack, un viejo borracho que buscaba alguna taberna abierta y una mujer embarazada de un asno fueron sus víctimas. Ingirió un sorbo de ginebra, se desperezó mientras bostezaba y bajó al salón a desayunar.

Un pobre hombre, victima de los caprichos matutinos del Capitán