La botigueta de l'Alex

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Dept. de Comunicación

Que Grande es el Cine, by Elnan

Palaceteños

Sara Carbonero, Musa Oficial

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viernes, mayo 04, 2007

Wireless telepathy, by Keksi Fried eggg

Las almas excepcionales tienen a encontrarse. La élite parece tener un marcador biológico que produce una feromona exclusiva que sólo es percibida por los otros miembros de la élite: este es su sutil medio de reconocerse entre la plebe. Y reconocerse es la única manera de alcanzar la completitud.

Cuando era joven, tenía en mi habitación una guitarra que solía dejar apoyada contra una silla durante la noche. Algunas veces, cuando el insomnio se apoderaba de mí, daba una palmada o dos y así como sonaba la palmada, así resonaban las cuerdas de la guitarra, en una débil melodía (sin instantaneidad) sólo perceptible en el nocturno silencio. Sus vibraciones invadían, como la niebla, la habitación, confortando el ánimo. La constatación de que existía una concordancia entre mis manos y la guitarra a pesar de la distancia inducía a una exaltada confianza en el orden primigenio del Cosmos. De la misma manera, nuestras almas vibran en resonancia ante la presencia de un igual, y el fenómeno es manifiesto en el Palacete, donde se van destilando las esencias lentamente, hasta conformar un elenco que el propio Olimpo envidiara.

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Bueno, vale, de acuerdo. Ni tenía una guitarra ni resonaba con mis palmadas.

En realidad lo que resonaban eran los muelles del somier durante el habitual concurso nocturno de pedos al grito de “¡Fuego mientras haya munición!”.

Pero no hubiera quedado igual, reconocedlo.





Cien cañones por banda, viento en popa a toda vela