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Sara Carbonero, Musa Oficial

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miércoles, diciembre 27, 2006

Cuento de Navidad, apócrifo (by Doctor BE)



Intro:
Finalmente todos los frentes abiertos fueron un fracaso.
A Morgana, nerviosa en su debut, le temblaban tanto las manos que no logró sabotear ni el plato de Dogshow de la pequeña caniche de los Fórceps.
La expedición de búsqueda no encontró más que cabras en la Isla Perejil (el Doctor BE era un maestro en el arte de camuflar bases secretas). Partieron precipitadamente en una patera improvisada, al avistar a Trillo dirigiéndose hacia la isla para liberarla de esta nueva invasión. Las cabras estuvieron contentísimas al ver de nuevo a su cabrón particular, sabiendo que sin duda las montaría a todas con fruición.
Se descubrió que Gago no les servía para sus planes, ya que no tenía pasaporte comunitario.
La parte buena es que Jordi descubrió que conectando Firefox al respirador de Pe, y añadiéndole unos decilitros de Cointreau al gota a gota, esta se recuperaba poco a poco y comenzaba a secretar flujos con toda normalidad.
El Doctor BE no se preocupó en absoluto: era hora de poner en marcha el plan BE, no tan sutil como el A, pero igualmente válido.
La sífilis diarréica seguía campando a sus anchas por el Palacete, amenazando ahora con una mutación en forma de troyano susceptible de extenderse por otros blogs.
Pero al fin llegó la Navidad al Palacete, donde por cierto a nadie le había tocado ni un mísero reintegro...

El cuento:
Diciembre, 24.
La Nochebuena ha llegado, también, al Palacete. Volutas de suave humo blanco se escapan silenciosas por las cienes chimeneas que coronan los tejados del caserón. La Luna, juguetona, se zambulle en el estanque del jardín y ríe con el reflejo de las luces que decoran la fachada. Desde aquí casi nos parece estar oyendo las campanillas y cascabeles que sin duda tintinean por las habitaciones. Nos acercamos un poco y, a través de una ventana empañada por el humo de varios paquetes de Chesterfield, observamos una escena típica de estas entrañables fechas: Hans Fórceps entra en la alcoba tambaleándose, cigarrillo encendido en la diestra, botella de Ron Pujol en la siniestra, la cara desencajada y los ojos vidriosos; se dirije con paso vacilante hacia su señora, ocupada en rebuscar algo en el armario; se pone de puntillas para darle un beso (es cosa conocida el que ella le pasa cuatro dedos), pero pierde el equilibrio cuando ella se aparta y cae con estrépito sobre el montón de modelitos dignos de Shania Twain que se está probando Mono.
- Has begut, fas pudor i estàs fumant! -le espeta ella.
- Pdò cadinyu..., ésh Nadal.l! -replica él con dificultad (es cosa menos conocida que el sátrapa habla polaco en la intimidad con su esposa)-. Un de rrrràpid abanys de baichar a shupar...
- Fórceps, ets un pendó! -le afea ella, indignada.




El Palacete, tuneado versión Xmas



Pero dejamos a los tortolitos por un momento y atravesamos el ala oeste del Palacete para dirigirnos al salón principal, donde todo está preparado para el ágape nochebuenil: Fórceps y señora han invitado a cenar a todos los habitantes del Palacete, para celebrar junto al fuego la resurrección de todos ellos, a la vez que para disculparse por el comportamiento algo... extravagante de Mono en aquella aventura tan aciaga. Adivinamos que el plato principal será un suculento pavo. Por supuesto todos ellos han participado en la elaboración de tan exquisito manjar, disfrutando de lo lindo al insertarle delicadamente por el culo los más variados objetos al pobre animal.
Una vuelta rápida para dar tiempo a los invitados a llegar nos muestra todos los rincones decorados con motivos navideños; el buen gusto de Penélope se evidencia en cada detalle: el spray de nieve en las vidrieras góticas; los condones fluorescentes colgando de las arañas; graffitis hip-hoperos en los dinteles; las columnas con elegantes espirales de cinta aislante roja; los calcetines colgando sobre la chimenea, cada uno con un pie dentro incluido; y el árbol, adornado a rebosar con multitud de pequeñas cabecitas del país de los jíbaros; este año, además, y debido a la epidemia que asola el Palacete, se ha añadido un bidet en cada esquina (todos ellos forrados con postales de UNICEF con la efigie de Laporta). En resumen, el verdadero espíritu navideño inunda cada los rincón. Ha sido la última obra de Penélope antes de partir: aconsejada por Jordi y su marido Subcomm, (no sin antes haber dejado hechas unas cuantas bandejas de canelones de polonio) se ha retirado por un tiempo a una congregación dedicada a la meditación y al estudio del tantra regentada por Sting.
Pero silencio, ya llegan todos en sus mejores galas: los anfitriones, imponente y dominante ella, beodo él; los resucitados, con dislexia y un coeficiente intelectual disminuido en un 60% debido a un pequeño defecto de fabricación en el conjuro del hechicero Banyeres que les resucitó; los verdaderos héroes de la aventura, orgullosos dentro de sus nuevos cuerpos; los que se quedaron cómodamente en el Palacete en chándal y zapatillas mientras los demás se jugaban la vida en la misión de rescate; y finalmente los eternamente olvidados por los patéticos guionistas de esta blogoserie. Es la hora de los discursos, las felicitaciones, la puñalada trapera, el meter mano por debajo de la mesa y los regalos del amigo invisible. Después harán cagar al Tió.




Hans Fórceps presidiendo el banquete



Ahí les dejamos por un rato, disfrutando de su amistad. Salimos en silencio y nos dirigimos hacia la autopista de entrada a los jardines, donde reina una algarabía jovial inaudible para nuestros comensales: es un simpático ejército de zombies y no-muertos que se dirigen al Palacete para felicitar las fiestas a nuestros amigos ¿O tal vez para invadir, saquear, apalear, exterminar?
Los comanda un holograma de Nightwing proyectado por el cyborg Alex. A su vera, una brujísima Morgana con contrato temporal disfrazada de Cazadora. Ambos van en bici. Todo el ejército va en bici, ese satánico artefacto tal que donde pisa no vuelven a crecer tomates como los de antes. Media docena de Yorkshires rastrean el camino en la negrura de la noche, mientras ladran con sus ladridos ridículos. A La Vanguardia de la tropa, tirando del pelotón, Pantani, el Chava Jiménez, Heras y Landis, todos ellos con la nariz pegada a la línea continua. Por detrás Ben Johnson y Johan Mueleg, con los mocos aún colgando y blandiendo los esquís por encima de la cabeza. Les siguen Champi Herreros, Niki Hayden, Sete Gibernau y Emili Alzamora, y Fernando Alonso ligando con el equipo femenino de curling de las Islas Vírgenes. Luis Figo, la alineación del Steaua de Bucarest del '86 y los postes de la final de Berna cubren los flancos. Por detrás, miles de cabezas emergen ansiosas en formación ecléctica: Guruceta y Brito Arceo; Dalí; El Director Estratégico de SEAT; Vance Astrovik con Penélope Cruz; los primos Bone y los hermanos Dalton; Bill Laimbeer, Dennis Rodman y el resto de los "Bad Boys", fustigando a José Antonio Montero; Escrivá de Balaguer; unas cuantas furgonetas de Correos; Dan Brown; Sáez de Buroaga y Alfredo Urdaci, codo con codo con la redacción de deportes de TV3 al completo; Doraemon y el osito de Mimosín; y como no, Ebenezer Scrooge, Amable López Piñeiro y el cabrón de mi jefe que me debe 4 meses de sueldo. Pero hay muchos más (curiosamente ningún político entre ellos, ya que ni para eso sirven los desgraciados): son cientos, miles, una marea inhumana que hace que los de Resident Evil parezcan el coro de colegialas de La Salle. En la retaguardia se distingue a Enrique Anaud y Joey Tempest, arengando a la tropa al son de "The final countdown".




Uuuuy qué miedo


Y en la mesa, todos los comensales ríen al ver por la tele al Papa Botarate Sétimo, que se sienta entre ellos ahora mismo, pronunciar en diferido su homilía del gallo con voz de eunuco: "Alea jacta est" dice gravemente. Y es cierto, la suerte está echada. Ya que este cuento es una simple maniobra de distracción: dos figuras se recortan contra la noche estrellada junto a una chimenea sobre sus cabezas. No son Papá Noel y su becario, sino el maléfico Doctor BE (WAHAHAHAHAHAHA... coff, coff, coff) y su ayuda de cámara, el cyborg Alex, dispuestos a infiltrarse en el Palacete para perpetrar una escabechina digna de las peores películas de serie BE:

Primero tuviste mala suerte en "Viernes 13".
Elegiste mal disfraz en "Halloween".
Gritaste como una quinceañera en "Scream".
"Candyman" te comió la piruleta.
Estabas tan borracho que no sabes lo que hiciste el último verano.
Ahora celebrarás unas "Navidades trágicas".
(Próximamente en la blogosfera...)



Álex, en su cuerpo de Zyborg