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Sara Carbonero, Musa Oficial

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sábado, noviembre 25, 2006

Investidura, toma de posesión y falsete uno

El Palacete se viste hoy con sus mejores galas para anunciarles que la cúpula directiva palacetera se amplia con un miembro más.
No ha sido fácil convencer al miembro, quien exigía sine-quanon (¿se escribe así?) coche de empresa.
Tras arduas negociaciones, estamos en condiciones de anunciarles que,
reunidos por una parte don HANS FÓRCEPS, con DNI número 39045663 y residente en Santa Maria de Palautordera y SUBCOMMANDER OF THE HOLY EMPIRE OF GRATALLOPS, con dni número 47633525 y residente en Arbeca, anuncian que:
desde hoy, Sábado 14 de marzo de 2006, don RAIMON DE BAÑERESPORRA MARICHALAR DE TODOS LOS SANTOS ACCEDE AL CARGO DE CO-ADMINISTRADORA DE PALACETE HISTORY X.
Instantánea de la investidura de Raimon. Un joven Subcomandante posa su espada en los hombros del investido, mientras que, en segundo plano, el marido del mismo (Oscarini) y el hijo de ambos (Eldeu) se tocan.
De momento, sólo nos trae los cafés y se arrodilla a nuestro paso. Pero en su intento de trepar a lo más alto de la Cúpula Directiva, propone:
FALSETE 1: LAS TARDES DE MONO
(Aclaración: Inauguramos hoy una nueva sección, la del falsete sabatino. El falsete es una pequeña pieza literaria cuyo objetivo es distraer al pequeñoburgués que se lo gasta todo en alcohol, restaurantes, putas y/o aparatitos electrónicos y que, llegado el fin de semana, no lo queda pasta ni ganas de irse a cualquier lado y elige quedarse en casa disfrutando de la red. En los falsetes se abordarán temas costumbristas sobre la vida diaria en el Palacete, de forma refrescante y desenfadada, y desligados de la trama de la historia).








Mono apuraba su siesta diaria de 16 horas cuando el lacayo Rummi llamó a la puerta.

- Toc-toc-toc
- ¿Quién osa molestarme? ¡cretino!
- Es la costurera, milady
- Hazla pasar, lacayo
- Adelante – espetó Rummi al tiempo que le daba un pellizquito en el culo a Pe.

Las tardes de invierno en Palacete se hacían interminables. Fórceps pasaba semanas enteras de caza por sus dominios y Mono se sentía sola y desamparada. El sol se ponía muy pronto y a esas horas ya era negra noche. Bueno, negra negra, no. El Capitán tenía la costumbre de quemar en piras gigantes a miles de sus súbditos para alumbrar los numerosos caminos que cruzaban los jardines, ahora yermos y deprimentes. En estas circunstancias, tan sólo pequeñas rutinas diarias, como los ratos que pasaba con su fiel costurera Penélope, lograban despertar a Mono del letargo palaciego.

- Pasa, pasa, querida. Siéntate aquí en el taburete – Pe odiaba que la señora la humillara haciéndole ocupar un viejo taburete que le torturaba la espalda - Así, baja un poco esa rodilla para que pueda apoyar mis fatigados pies - . Y dime, Pe, ¿cómo van las cosas en tu casa?
- Oh, perfectamente mi señora. El barracón que nos han dejado el señor y la señora es todo un privilegio: 20 m2 para mis padres, mi marido y mis 15 hijos! Ay… somos tan afortunados…
- Me alegro de que os guste, Pe. Y dices bien, sois afortunados.
- Y por las goteras no hay problema. Así nos podemos duchar. Y como el barracón queda dentro de la Central Nuclear Tro IV, pues estamos muy calentitos.
- Ya sabes, Pe, que siempre haré lo que esté en mi mano para ayudarte. Sé que tú y los tuyos no lo habéis pasado precisamente bien los últimos tiempos…

Mono no desaprovechaba la oportunidad de refregarle por la cara a Pe su penoso pasado. Tras la muerte y resurrección de Raimon, en el 2039, la familia PeVC había caído en desgracia en la corte palaciega a raíz de ciertos escándalos de la entonces jovencita Pe con varios ministros del Consejo. Para taparlo todo, Fórceps y Mono se ocuparon de que los PeVC perdieran todas sus posesiones y, cuando el suicidio de toda la familia parecía la última y mejor solución, Mono decidió perpetuar la tortura sine die contratando a Pe como sirvienta.

- Por cierto, ¿ya le has dado el pecho a Eldeu?
- Sí, mi señora. ¡Como me come mi crío!
- Eldeu NO ES TU CRÍO, Pe. Tú sólo lo amamantas para que yo no estropee mis bellos senos.
- Por supuesto señora, y con gusto lo hago. Ese niño me tiene el corazón robado. Aunque, permítame la pregunta, ¿es normal que se relama tanto mientras mama?
- Ah Pe, mejor dejemos estar ese punto. Ya sabes que lo abandonaron a las puertas de palacio, y vete tú a saber quiénes debían ser los padres. En confianza, yo siempre he pensado que eran dos depravados del carajo, porque muchas veces, cuando está en su cuna, le veo hacer unas cosas que… oh! mejor me callo. Espero que nuestra educación logre encauzarle por la senda correcta.
- Es buen chico, señora. Sé lo que me digo. He traído a 15 a este mundo y ahora mismo llevo a tres trillizos en mi vientre.
- ¿Tienes 9 larvas ahí adentro, Pe?
- NO!! Quise decir… da igual, tres pequeñajos - Pene arrancó a reír. Siempre le había costado explicarse en lo que se refiere a números.
- Ya sabes que si vuelves a quedarte embarazada… a la puta calle – dijo Mono con rintintín.
- Pero señora, es que mi marido, ya lo conoce, Sub, es tan primitivo… Cuando llega de la mina sólo piensa en una cosa.
- Mira Pe, no me vengas con milongas que ya nos conocemos. Hoy mismo, cuando acabes tus faenas, te pasas por la cocina y que Joan CG te meta las tijeras y te vacíe como es debido. Que ya tienes una edad...

Tras su caída, el único y gran consuelo de Pe era engendrar hijos y más hijos con la esperanza de que, por pura ley de probabilidades, uno saliera espabilado y la sacara de la pobreza. Mono lo sabía, y tenía planes para acabar con aquél que despuntara ni que fuera un poquito. Por si acaso, había tomado medidas para que ninguno de los hijos de Pe fuera escolarizado y todos entraran a trabajar en la mina a partir de los 5 años.

- Ah Pe, no olvides dejar leche para que la nanny pueda dársela a medianoche. Ya sabes que Fórceps ha decidido que Eldeu vaya para gran futbolista (lo que él no pudo ser) y no debemos reparar en lácteos…
- No se preocupe, mi señora. Eso sí, el sacaleche está algo viejo y la leche se derrama por los lados…
- Pues la recoges, Pe, la recoges. ¡Que no estamos para tanto gasto!
- Por supuesto, mi señora. Disculpe el comentario.
- Lo ves, ya me has puesto de mala leche!

Mono hacía ver que se irritaba con Pe muy a menudo. De hecho el único objetivo de esas reuniones era precisamente éste: vejarla de forma sutil y cínica, cruel y constante.

- Bueno Pe, hoy me tienes que hacer los calzoncillos del Capitán. Eh! ¿Qué coño significa esa sonrisa socarrona?
- Oh, disculpe mi señora. No me reía, sólo me sonaba un poco la nariz. En invierno ando siempre resfriada, como en el barracón hay tanta humedad…- Mentía, Pe no podía evitar reírse cuando pensaba en los calzoncillos del Capitán y en el hecho de que fueran de talla infantil.
- ¡Ni barracón ni pollas, Pe! No haberte metido tanta coca de jovencita y ahora no tendrías el tabique destrozado.
- Ay mi señora, si pudiéramos volver el tiempo atrás…
- Pues no podemos, Pe, no podemos. Así que cóseme esos calzoncillos de una vez.
- Sí, señora.

Hacerle coser a Pe los calzoncillos del Capitán le provocaba a Mono un placer indescriptible. Cada noche pensaba en cómo la humillaría al día siguiente, y ese instante de fascinación lograba hacer que conciliase el sueño de forma plácida.

- Bien, ahora zúrceme los calcetines del Capitán. Oh! No sé dónde se mete este cenutrio que siempre me los deja agujereados… Y tú a ver si los zurces mejor, inútil!
- Pero señora, es que este hilo y estas agujas no valen nada…
- Que te calles te he dicho!
- Lo que pasa, mi señora, es que ya no veo igual que antes. Ya sabe que en el barracón no tenemos luz eléctrica, y creo que poco a poco voy perdiendo la vista…
- Ah sí? Vaya, a ver si TENDRÉ que buscarme otra…
- Oh no, mi señora. Sólo lo comentaba de pasada. Suerte tenemos yo y los míos de disfrutar de su generosa bondad.
- Tú lo has dicho, Pe. Venga, ahora ráscame los callos que últimamente me fastidian bastante.

Mono calculaba con precisión el día que Pe debía hacerle los callos, y una semana antes dejaba de lavarse los pies para que ésta tuviera que tragarse su orgullo hasta el fondo.

- ¡Oh, no tan fuerte majadera! Así, así, con suavidad. ¡Eh, eh, eh, desvergonzada! A mí tú no me levantas el labio superior que te fusilo! – le espetó Mono dándole una colleja estruendosa.
- Oh no, mi señora. Disculpe, no era eso… es que, sabe lo que pasa – musitó Pe sollozando – voy toda llena de herpes…
- Pues te lavas, coño! – Mono reflexionó unos segundos, para luego añadir: - Disculpa Pe, he sido algo soez contigo. El Capitán y yo te tenemos por una chica limpia. Ay… El que tendría que lavarse más es ese marido tuyo, Sub, que se pasa el día con furcias!
- Oh no, mi señora. Mi marido está en casa cada día bien puntual, cuando sale de la mina, a las nueve.
- ¿A las nueve? ¡Ay hija mía, pero qué ingenua eres, por Dios! El turno de la mina acaba a las seis. ¿Ah, pero no lo sabías?
- No, mi señora – Pe lloraba a lágrima tendida.
- No te apures, Pe. Muchos hombres son así, sobre todo si van insatisfechos…
- Pero señora, yo creía que mi Sub era diferente…
- ¡Sub es un putero de tomo y lomo! Parece mentira que no me creas. Mira, precisamente aquí tengo el libro de registro del putiferio ése que regentan Antonimus y Jordi. ¿Lo ves? Subcomandante, 3 obleas de plata, 15 de enero. Aquí otra vez, Subcomandante, 4 obleas (completo+griego), 17 de enero…
- Pero si eso fue ayer! Ya decía que olía algo extraño!! Me dijo que era un nuevo producto químico que usaban en la mina…
- Mira, Pe, si quieres seguir trabajando aquí, tendrás que satisfacer mejor a tu marido porque NO NOS GUSTA que los familiares de nuestros sirvientes lleven una vida disoluta. ¿Me entiendes, no?
- Sí, mi señora.

En ese momento volvieron a llamar a la puerta.

- Qué pesadito que está el hermafrodita éste de Rummi… cualquier día también lo mando fusilar. ¡¡Sí!! ¿De qué se trata Rummi?
- Milady, el Señor acaba de llegar de su cacería. Ha dicho que está hambriento y que la avisemos.
- Rápido Pe, levántate y trae las tijeritas y la gillette, que me vas a rasurar el parrús.