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Sara Carbonero, Musa Oficial

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martes, octubre 17, 2006

Episode I, by Subcomandante

Prólogo, por Joan Gaspart i Solbes

Como muchos de ustedes sabrán, es costumbre mía y del Subcomandante pasar la noche del primer miércoles de cada mes en una tienda de campaña a la orilla del Llobregat. El último jueves que lo hicimos me comentó que tenía pensado mandar un post al Capitán Fórceps. Que quería hacerle algo así como un homenaje, mediante un escrito basado (copiado) en su estilo. Y que pensó en mí para prologar el post.
Espero (esperamos) que sea de su agrado. Y aprovecho (aprovechamos) para dar las gracias al Capitán por su acogida y hospitalidad.
Hasta siempre,
Joan Gaspart i Solbes.


El señor de los anillos IV: El palacete Fórceps


Un escalofrío recorrió mi musculado cuerpo y me erizó todo el vello público cuando recibí la invitación del Capitán Fórceps.Una invitación (me pongo de pie) para pasar el día en su Palacete y hacerle entrega personalmente de un post mío.





Alguna que otra vez ya había ido para entregar alguna que otra viñeta de Pollaman, pero el mayordomo-chimpancé nunca me dejó pasar más allá del Hall. Por aquellos tiempos, el naturismo aún estaba mal visto en can Fórceps.
Pero ahora era diferente. Tenía en mi mano el sobre con la invitación, auténtica a todas luces, con el sello de la Casa Real y un imán para la nevera de regalo.
Durante varios meses estuve dándole vueltas a qué me iba a poner para ese día. El chándal Adidas me parecía demasiado serio y formal, y además no combinaba con mis chancletas de esparto. Por otro lado, mi camisa a lo “Miami Vice” podía levantar sospechas infundadas sobre mis desviaciones zoofílicas.
Finalmente, llegó el gran día, y también yo llegué puntual a la cita. El cuentarrevoluciones de mi coche marcaba las 03:27 AM. No me parecía una hora del todo normal para ser citado, pero en fin.
Enfundado en mi kimono de geisha y debidamente maquillado, silbé para que viniera a mi encuentro el aparca-coches. Salió de detrás de unos setos un afroamericano zumbón de unos once años, con el semblante algo nervioso y abrochándose el cinturón. Un preservativo azul sandía colgaba de su oreja. Me pareció ver a alguien desde detrás de un seto esbozando una sonrisa. Por lo bien torneado de sus piernas desnudas y depiladas, juraría que se trataba de Eldeu.





Tras advertir al negrito zumbón de que no despertara a mi abuelo (que dormía plácidamente en mi maletero), toqué el claxon de la puerta principal. No me abrió el mayordomo-chimpancé, si no un señor rubio con un par de cuernos y dos modelos esculturales colgadas de cada escroto. ¿Ant?
El Palacete era como me había imaginado en mis sueños más húmedos.
Cabezas de gato disecadas empaladas en palos de golf adornaban los muros del pasillo, donde cortinas hechas a base de camisetas Meyba del Barça de Cruyff impedían una correcta iluminación de la estancia, así que apenas pude ver a una gentil damisela hablando de las excelencias de los tríceps de un tal Thuram.
Tras dejar atrás el museo Josep Lluis Núñez y esquivar a varios energúmenos borrachos y puteros comandados por Oscarini (que al parecer seguían celebrando la despedida de soltero del Capitán), un fuerte fetor alcohólico y una gran algarabía me advirtieron de que acababa de hacer entrada en el comedor.

Todos los presentes discutían (borrachos) sobre bullying, botones rojos, capullos de Jerez, macro-conspiraciones económicas, tsunamis, tetas y culos y fútbol. Yo no entendía nada. Y nadie parecía ponerse de acuerdo con nadie. Richi, Rai y Rummy (en adelante RRR) discutían acaloradamente sobre estatutos y multiplicadores, entre ábacos, peluches y Ballantine’s. Jordi se iba cambiando compulsivamente de vestido (avatar), mientras que alguien hacía cola al lado de una lámpara (¿sr Parado?).El resto, a su vez, seguía ingiriendo substancias psicotrópicas y haciendo alineaciones del Barça a un ritmo ensatanado.
Hábilmente conseguí mangar tres tenedores de la cubertería de plata y proseguí mi camino en busca del Gurú. Un agente gay de la policía montada tuvo a bien indicarme dónde se encontraba el Capitán Fórceps: en la sala del Trono, también conocida por la señora de la limpieza como Habitación de Planchar.

Toc, toc. ¿Se puede?No me lo podía creer. Bajo un espeso manto de humo de marihuana apareció Él.





La tercera persona más importante del planeta Tierra, justo detrás de Koeman y Juliano Haus Belletti: Capitán Fórceps. Empezó a recitarme una cantinela incomprensible que decía algo así como:
-The time is near, the day has dawned, be prepared for what’s to come; He’s the man, Armageddon, walking through fire: Capitán Fórceps. He’s the one, the Father, the Son, creator, destroyer: Capitán Fórceps.
Tras quitarse un calcetín sudado de la boca y estamparme un par de sonoros besos (menos mal que lo hizo en ese orden) se dirigió a mí:
- Y bien, Subcommander, ¿me ha traído el post?
- ¡Coño! ¡El post!!