La botigueta de l'Alex

La botigueta de l'Alex
Free Macadamia!

Dept. de Comunicación

Que Grande es el Cine, by Elnan

Palaceteños

Sara Carbonero, Musa Oficial

Sara Carbonero, Musa Oficial

viernes, julio 27, 2007

Quedada palacetenyÑa. By Keksi Fried Egg.

Y con casi un mes de retraso, porque hacer las cosas
bien no es nuestro
estilo, les ofrezco la tremebunda e impactante

CRÓNICA DE LA PRIMERA QUEDADA PALACETEÑA
(basada en hechos reales)



Preludio

Partimos una hermosa mañana surcando el vinoso Ponto en nuestras
cóncavas
naves...

Ai, no, paddó, paddó, volvamos a empezar.

La quedada vino precedida de una pre-quedada: tres de los 5 (cinco)
pilares
intelectuales del Palacete nos reunimos para elaborar estrategias.
Las tres
somos Morgana, Penélope y yo misma.

Kek, Pe y Mo evaluando si levantar los tapacubos o no



Los otros dos pilares son Patty y Lula.
Qué curioso, ningún tío (aquí se vale a reírse).
Avanzando a grandes pasos por la plaza CatalunyÑa, porque llegar
a tiempo tampoco parece ser mi estilo, divisé en lontananza
un par de mozalbetas ataviadas para la ocasión: no me cabía duda,
eran ellas. Morgana es más altita, morena y con un perfil precioso,
por eso la identifiqué cariñosamente como “la jirafa”; por su parte,
Penélope es una miríada pelirroja de pecas, de modo que no me
quedó otra opción: la llamé “pecosa”.


Penélope (a la derecha)



Después de una alegre ración de abracitos abracitos y besitos
besitos (aquí se vale a tener envidia), nos dirigimos decididamente
hacia un bonito Pub irlandés o algo así, con un emgrescador
órgano de tubos y una emsissadora murphy fresquita (ics!).
En esta tesitura nos pudimos dedicar liberalmente a
despellejar al sector palacetenyÑo masculino (resulta taaaaaan
fácil!) y a
continuar la elaboración de nuestro plan de dominación mundial.

Y así pasamos alegremente el rato hasta que llegó la hora
del siguiente encuentro: teníamos que ir a recoger a Elnan.
Morgana nos guió por cuevas, sótanos y catacumbas hasta el
párquing del Corte (en las) Ingles, donde estaba aparcado el coche.
La última puerta nos reservaba una sorpresa: al abrirla se disparó
la alarma. Pe y Mo, modositas, siguieron andando como si
nada, pero yo creo que insistí en acelerar el paso. ¿Dónde queda
nuestro espíritu de la aventura sin una sola huida del peligro?
Pero nuestros problemas con las puertas no habían hecho más
que empezar. En efecto, al llegar al coche tras haber sorteado
toda clase de peligros (es decir, que la alarma ya no sonaba),
encontramos ciertas dificultades para abrir la puerta
del copiloto. Pero nosotras no nos arredramos ante las vicisitudes
y, con rara habilidad, conseguimos abrirla. En el corto viaje hacia
nuestro destino, ya empecé a albergar una seria sospecha,
que luego se confirmó: la gente es muy fea, solo somos guapos
los del Palacete (aquí se vale a enarcar las cejas y exclamar ¡Oh!).
Elnan se hizo esperar, porque la puntualidad tampoco es una
de sus muchas e indudables virtudes, así que entretuvimos la
espera fumando;

Detalle



claro que, como yo no fumo, tuve que poner los dedos así y
hacer ver que le arreaba una calada al cigarro. Tan convincente
estuve en mi papel, que llegué a hacerme una botana (aquí van
abucheos y gritos de “mentira, no nos lo creemos”).

Elnan, decía, se hizo esperar, pero no mucho, y tampoco
demasiado. Apareció con una tímida sonrisilla que contradecía
su semejanza con el padre Fortea.
Tras la sesión de besitos-abrazitos de rigor, volvimos a luchar contra
las puertas del coche a fin de introducirnos en él y llegar a
nuestro destino final: la gran Quedada!!ONCE!1!!

El trayecto fue asaz ameno: una conversación insustancial y ligera,
pero divertida. Yo, como fiel seguidora del Ojo que Todo lo Ve,
me iba fijando mucho en las cosas. Y puedo asegurar que la gente
nos miraba con curiosidad, sobre todo un feo que iba en una bici,
y otro feo con bigote



que iba en un coche, y demostré estadísticamente que, visto
lo visto, en efecto, solo los PalacetenyÑos somos guapos
(aquí, todos a coro, “modestia aparte”).

Pasamos por delante del punto de reunión, donde una asombrosa
aglomeración de guapos nos confirmó nuestras peores sospechas:
los PalacetenyÑos habían acudido a la cita. Por cierto,
que me extrañó
ver entre ellos a un ornitorrinco, pero más adelante lo
entendí
todo: era el Subcomandante.
Antes de añadirnos a la reunión, era menester aparcar el coche.
Pero no
temáis, Morgana lo tenía todo previsto( aquí se vale a jalear
a Morgana
“¡bien por ti, fiera!”), y nos dirigimos hacía un aparcamiento
cercano al
susodicho lugar.




Bueno, nos dirigimos, pero no con precisión milimétrica,
pues nos costó lo nuestro establecer contacto visual con
la puerta. De nuevo una puerta. Sospechoso. En este punto,
surgieron
naturales dudas sobre si
llegaríamos vivos a la séptima puerta. Dudas que se
resolvieron
favorablemente, como más adelante se verá.

Pero que a nadie le quepa la menor duda: terminamos
cumpliendo nuestra
misión, y aparcado que hubimos el coche, con el alma henchida
de gozo, hacia
nuestro destino nos encaminamos. Y una nueva decepción nos
esperaba: el
jovial grupo de guapos que habíamos divisado poco antes había
desaparecido
(aquí se vale a rasgarse las vestiduras y cubrirse la cabeza
de ceniza).

¿Qué podía haber sucedido? ¿Se había abierto quizá una puerta
a las
Dimensiones Mazmorra que los había engullido? ¿Tal vez los había
abducido un
OVNI? ¿Al vernos llegar salieron por piernas temiendo las
collejas de Pe? Y
ya que hablamos de Pe, ¿habría acudido a la Quedada el
PalacetenyÑo con el
que Pe chatea en privado?

No se pierdan el próximo capítulo (aquí es mandatory
gritar “¡no podemos
esperar, nos embarga la inquietud y la desazón!” y, opcional,
también
“¡Keksi, simpática, no tardes en escribir la continuación!”).