Y esa mañana, en lo alto del monte, divisó a un magnífico ejemplar hembra de raza frisona: Lula, la llamaban. No les fue difícil a los dos congeniar y entregarse a los placeres de la vida herbívora.
Be, mirando lascivamente el pompis de Lula
Lo que vino después fueron semanas de gran plenitud para la pareja. BE y Lula comían hierba como posesos y redondeaban su dieta con fresas, frambuesas, y todo tipo de frutos secos que les regalaba la tierra. De ahí obtenían las vitaminas, los minerales y la fibra necesaria para cuidar su figura, su salud, y ser muy felices. Tenían por delante un verano fabuloso antes de que las encinas empezaran a producir bellotas y Moi, Sub, Àlex (per fi surts en un post, tio!!) y el resto de la piara llegaran para zampárselas.
Lula y BE estaban muy enamorados. Les encantaba hacer planes de futuro y soñar con los viajes que harían a pastos lejanos, donde disfrutarían con habas de soja, pasteles de seitán, y delicias de hinojo. Y entre festín y festín gastronómico vegetariano, dormitaban a la sombra, se sacaban las moscas el uno al otro con simpáticos movimientos de cola, y se empleaban en la cópula con gran fruición.
Imagen de Be acometiendo a Lula, censurada con muy buen
criterio por el juez de guardia de Palacete
A Rummi, que llevaba años haciendo la trashumancia de los rebaños del señor, le excitaba ver esas escenas tórridas, aunque prefería aliviarse con su inseparable ovejita Blanqueta.
Bellísima estampa del pastor Rummi
En fin, una bonita historia de amor… que ojalá acabara así. Pero desengañémonos, la vida es una mierda y no hay amor que cien años dure.
Una preciosa mañana de agosto, Lula y BE oyeron un ruido extraño. Era el motor de una furgoneta que se acercaba a su zona de pasto. De la misma bajaron cuatro fornidos encapuchados que, mientras dejaban KO a BE con un dardo sedante, asustaban a Lula con todo tipo de gritos y aspavientos hasta que ésta se vio obligada a huir muerta de miedo y pena por el devenir que le aguardaba a su amado BE. Y razones no le faltaban…
Be, agonizando una semana después en la Monumental
tras una bella y limpia faena
Representación de una de las fantasías sexuales de Moi:
enfundado en un traje de luces
Pero qué coño, no todo tiene que ser tan triste! Por qué las historias de amor tienen que acabar siempre mal? Tranquilos todos. BE y Lula volverían a encontrarse pocas horas después de la corrida y a dormitar juntitos y al fresco.
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