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Palaceteños

Sara Carbonero, Musa Oficial

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martes, enero 23, 2007

La atmósfera del Barça según Subcomandante

Ocho de la tarde en Palacete. Suite nupcial. Empiezan a sonar los primeros compases de “la camisa negra” e, inmediatamente, Fórceps, tumbado en la cama, contesta a la llamada de “remitente desconocido”:

- ¿Diga?

- Tenemos que hablar. Vete pitando para el bar Bitúrico. Ahora mismo.

- ¿¿¿¿Ahora mismo????

- Sí, coño.

- Bueno. Un momento. Un minuto. O menos. Ya casi, eh. Ya mismo. Oh, sí. Ya. Voy para allá.

Una vez Fórceps colgó el teléfono, Álex asomó la cabeza de entre las sábanas con gesto contrariado:

- Quedamos en que me avisarías, guarro. Y al menos podrías tener el detalle de no atender llamadas mientras te felo...

Fórceps se enfundó el maillot a topos de líder de la montaña y abandonó la alcoba entre miedoso e ilusionado.

- Capitán, los pantalones...- espetó Álex con los brazos en jarra.

Fórceps se enfundó los leotardos y los mocasines y abandonó la alcoba entre miedoso e ilusionado.

UNAS HORAS ANTES...

Un piso de cuarenta metros cuadrados en un antiguo edificio de la calle Boquería. Poca iluminación. Olor a humedad. Restos de preservativos mordisqueados esparcidos por el suelo. Paredes estucadas con escaso criterio. Habitación de matrimonio. Una cama, un armario, un galán de noche carcomido y una tele Elbe en blanco y negro. Dos sujetos (A y B).

El sujeto A, desnudo y tumbado en la cama, mira la tele con cara de satisfacción, y a la vez se limpia los restos de nata, jugos gástricos, clamoxil, saliva y esperma que aún cuelgan de su flácido cimbrel. Tras dar por finalizada la limpieza, tira el kleenex a la cara del sujeto B que, distraído, no puede hacer nada para evitar que le impacte en la frente y se le quede pegado. El sujeto A se prepara un vermutito y vuelve su mirada hacia el televisor: Blackburn Roberts 3, Sheffield Wednesday 2. Fútbol sin trampas.

El sujeto B, fumándose un caliqueño sentado en el galán de noche y con el hojaldre aún visiblemente inflamado, exclama entre pucheros:

- Mira, cariño, no podemos seguir así. Yo por ti lo he dejado todo: la eucaristía, la cofradía, la coca, mi amigo camarlengo, los hábitos, el ron pujol, las noches en Bikini, los porros, el papado, mi admiración por Juanito, el papamóvil, los encuentros con las juventudes católicas valencianas, el pastoreo, la cofradía del sobrevaloradismo, el jubileo, el pase VIP al Bernabéu, la absenta, el jet privado, la suscripción anual a “ser Papa hoy”, las clases de catequesis con los niños, el vino gratis los domingos por la mañana... Estoy peleado con media familia mía. Y sabes que a la otra mitad no me quedó más remedio que cargármela. ¿Y tú que haces a cambio? Pasarte el día en la tele viendo fútbol y abriéndome el maletero sólo cuando a ti te apetece.

El sujeto A celebra con ahínco y generosa lefada un gol de Morrisson. Dover United 2, Scratchwolves 2. Fútbol sin trampas. Se incorpora y se planta delante del sujeto B. Le planta un beso en los morros, le pellizca cariñosamente el huevámen, lo mira con ojos vidriosos y le espeta:

- Fútbol sin trampas, ojito. Mira, buñuelito, sabes que yo por ti también lo he dejado todo. No fue fácil para mí dejar a mi ex para irme contigo y, de hecho, entiendo su enfado. Y, joder, recuerda que del puñetazo que me pegó me saltaron todos los dientes. Y ya sabes lo bien que te lo pasas tú gracias a ello, bribón. En fin, sé que este piso no es cómo la suite en que vivías antes, pero es lo máximo que podemos pagar con mi sueldo de la redacción.


El sujeto B se despega el kleenex (que emite un sonido como de belcro), se lo da de comer a un señor bajito que pasaba por ahí y le pontifica al sujeto A:

- A ver, cosita, tú tienes que entender que yo estaba acostumbrado a cierto nivel de vida. Antes de fugarme contigo no tenía que mover un solo dedo para nada. Recuerda que tenía a mi disposición las 24 (24) horas del día a la guardia veneciana.
Aquí me dejo las gónadas para limpiar los lamparones de las sábanas, y si me limpio en las cortinas cuando acabamos de percutir luego las tengo que limpiar yo. Encima, últimamente a ti te ha dado por limpiarte el ojal con el mantel de la cocina, así que ya me dirás... Y, encima, no me ayudas en nada... Y sigo: ahora, mi mayor gratificación del día es leer en la Lecturas que Gonzalito Miró tiene nuevo novio, o que Jesús Vázquez se ha hecho un nuevo corte de pelo. No podemos seguir así. Quiero recuperar el lujo de mi vida anterior.


El sujeto A mira de reojo la tele (Liverpool 2, Nottingham Forest 3, fútbol sin trampas) y se dirige a su terroncito:

A: Tengo un plan. Levantémosle la fortuna a mi ex. Me consta (me lo dijo Rummi la semana pasada) que sigue enamorado de mí.

B: ¿La semana pasada te viste con Rummi?

A: Tst, no me distraigas. Además, antes de ayer el Subcomandante me dijo entre suspiros que mi ex sigue masturbándose cada día mientras lee mi blog.

B: ¿Antes de ayer te viste con Sub?

A: Tst, no desvies el tema. Ayer Parado me perjuró que mi ex estaría dispuesto a volver conmigo, así que...

B: ¡¿Parado!?¡Eso sí que no te lo consiento! Con los otros dos cañonazos aún, pero con Parado...

A: ¿Me vas a dejar hablar o qué? Mira: voy a quedar con mi ex, y le haré creer que sigo enamorado de él. Seguramente querrá llevarme a reventarme el ojal al cuarto de contadores de su mansión, y ahí me lo cargaré. Y no creo que, desde que lo dejamos hace siete años, haya cambiado la contraseña de la caja fuerte. Solía decirme que era el número de goles que lleva Gudjohnsen entre Liga y Champions.

B: ¿A ti también te llevaba al cuarto de contadores? Qué previsible...

A: Si, pero no veas cuando se dejaba meter el puño por el maletero

B: ¿Y el pie? ¿Tú no lo probaste con el pie?

A: Calla, calla, ¡hasta el fémur! Jamás vi nada igual, que manera de recepcionar...

B: ¿Aún lo quieres, verdad?

A: No. Su micropene imposibilita cualquier atisbo de reconciliación. Ya sabes que a mí me van los buenos manubrios. Como el tuyo, Santidaz. Te prometo que, una vez dentro del cuarto de contadores, me lo cargaré y me haré con su fortuna.

B: ¿Me prometes que no te lo follarás antes de matarlo?

A: Mira, igual hago las dos cosas. Aunque no sé en qué orden. Y recuerda que lo hago por ti, querido.

B: Sí, perdona. Toma el móvil y llámalo, contraportadista mío.

El sujeto A le da al botón de agenda. Alfredo Relaño, Arús, Capitán Fórceps, Carazo...

A: Uy, que me paso. Aquí... Capitán Fórceps. Llamando...

Ocho de la tarde en Palacete. Suite nupcial. Empiezan a sonar los primeros compases de “la camisa negra” e, inmediatamente, Fórceps, tumbado en la cama, contesta a la llamada de “remitente desconocido”:

- ¿Diga?