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Sara Carbonero, Musa Oficial

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domingo, noviembre 05, 2006

Episode VI, by Antonimus

Tampones de guerra

Despertóse Oscarini de su premonitorio sueño. Aturdido tras la tremenda enculada que el Pitbull del capitán le había propinado y que le había dejado incosciente, se dirigió a los jardines del Palacete para encontrarse consigo mismo, el espíritu de Juanito y pensar el voz alta "Sigo siendo un macho, sigo siendo un macho...".
Mientras me dirigía a ver al capitán a bordo de mi Twingo tuneado color pistacho, pensé en el mail que había recibido. Las palabras ahí vertidas eran de extrema gravedad: "No se trata del pivote defensivo, que también...". "Dios mío, -pensé- se habrá lesionado Gudjohnsen? I ara què farem?".Recordé que tras la lesión de Gabri también habían saltado todas las alarmas en el Palacete, así que me tranquilicé pensando que quizás no fuera tan grave. Total, ya teníamos al escurridizo Saviola (The Dwarf) que sabía como batirse en duelos desiguales.
Al llegar me recibió Rummy, el mayordomo afeminado que el Capitán había recogido de la perrera porque le daba lástima.
- Sígueme bello Antonimus. Yo voy delante. Puedes pellizcarme el culo si te apetece.
Le seguí y le tiré de un pelo del perineo en un par de ocasiones para ver la reacción del plumífero. A cada estirada a éste le salía una gotita de loctite del prepucio."A éste hoy le han dejado insatisfecho", pensé.
Las estancias del Palacete seguían como de costumbre. Orgías aquí y allí. Estalactitas de lefa por las paredes que Rummy nunca limpiaba. Era un vago y no se le podía pedir más. A fin de cuentas siempre se había mostrado pasivo en todas sus relaciones.
Rummy, dió unos porrazos con el glande sobre uno de los enormes portones de semental de hiena del palacio. POM POM!.La puerta chirrió (gñíiii) y quedó entreabierta.Se escuchó la voz del capitán diciendo "Pasa, gañán, pasa".Al entrar ví a la bella Penélope tocando el piano de cola y al Capitán encima (del piano) preparándose para su sesión diaria de enema.



Me dirigí hacia ellos y le toqué un poco las tetas a Penélope, acto que le provocó un orgasmo múltiple seguido de diversas convulsiones y un squirt en toda regla.

- A sus órdenes mi Capitán. Para que se me requiere? -dije.
- Verás Ant; me he enterado de que hay un topo en palacio. Alguien quiere enterrarme antes de tiempo.
- Supongo que tendrá una lista de sospechosos, no?
- Por supuesto. Es una lista interminable. Empezando por la que toca el piano. Antes se ha puesto a tocar el "Go West" de los Pet Shop Boys. Creo que quiere matarme lentamente.
- Ya veo. Alguien más?
- No, nadie más. Ya te he dicho que la lista era muy larga.
- Bien, haré lo que pueda.
Me dirigí al miniaeropuerto del Palacete a buscar a Rai, Jordi y el Marsical Tro que venían expresamente de Tailándia para ayudarme a realizar las primeras pesquisas.Les recibí abriéndome la gabardina y mostrándoles el miembro. Sabía que eso les gustaba y les excitaba sobremanera.
- Hola camaradas. Cómo ha ido el viaje? -espetéc.
- Mal -respondió Rai-, hemos descubierto que al Mariscal no le pasa por el culo ni un pelo de gamba.
- Válgama Dios! -exclamé-. Los dictámenes de Luis Aragonés parecen llegar allende nuestras fronteras!.
- Ni que lo digas!
Esa voz me resultaba familiar.
De repente salió del avión Matías Prats (hijo), fumando un peta y enfundado en un traje de marinerito.
- Y es que Luis Aragonés ya conoce la cuenta naranja de ING Direct.

- Qué hace este tío aquí? -le pregunté a Jordi.
- Bah, es el copiloto de la aeronave. Como es lector habitual de mi blog número 159.737, le tengo confianza.
- El copiloto? Entonces, quién es el piloto? -pregunté.
- Pues Matías Prats (padre).
Este empezó a bajar de las escalerillas del avión a paso lento pero firme.
Me dirigí al viejo y le pregunté:
- Hombre, Sr. Prats. Cómo ha ido el viaje?
Con su particular voz respondió:
- Bien, hijo, bien. No había visto tantas estocadas desde la muerte de Manolete.
- Estocadas? Ha visto los toros por el plus desde el avión?
- No, que va -dijo-, me refería a Tro, que ese sí que está hecho un toro y se ha ido cincelando a todas y cada una de las secretarias desnudas de Jordi.
- Ah, y donde están esas secretarias? -me interesé por el tema por si acaso aún podía pillar cacho antes de volver al Palacete.
- Rai se ha dedicado a cortarles la cabeza y a tirarlas por la ventanilla. Una pena -respondió Jordi. Pero bueno, creo que el Capitán tiene a una secretaria que sirve para todo y quizá le haga una buena oferta. Se llama Penélope.
- Pues de ella precisamente quería hablarle. Es una de las principales sospechosas en la larguísima lista que me ha dado el Capitán.
- De veras? -espetóc Rai.
- Si. Al parecer le toca spaghetti dance de los 80 al piano.
- Mmmmm... Eso debería ser ya motivo suficiente para ser llevada a la hoguera. Sin embargo habrá que indagar más a fondo.
- Yo he traído el Anal intruder. Nunca viajo sin él. -dijo Matías Prats (padre)- Eso sí que repasa a fondo.
- Oigan y la tal Penélope ya conoce la cuenta naranja de ING? - remató Matías Prats (hijo).
Nos montamos todos en el twingo y nos dirigimos hacia el Palacete.
A medio camino encontramos a un tipo que hacía autostop en medio de la carretera.

- Oigan, paren, paren!

- A dónde se dirige buen hombre? -le pregunté

- Busco trabajo. Me han dicho que hay un Palacio cerca de aquí donde se puede conseguir un empleo digno y recolectar bolets incluso en invierno.

- Hombre, el trabajo digno quizás, pero tendrá que los únicos bolets que recogerá son los que cuelgan de la entrepierna de los invitados a primera hora de la mañana, después de las 73 orgías que hay cada noche.

- Un momento -inquirió Jordi-. Este tipo me da mala espina. Podría ser alguien que pretende infiltrarse en el Palacete para matar al Capitán.

Jordi, tipo cabal donde los haya, no dejaba nunca lugar a la duda.

- Cierto es -aprecié- será mejor que sigamos.

Dí marcha atrás puse primera y dí gas a fondo, llevándome por delante al autoestopista y desparramado sus sesos por el capó.
- Cáspita! -exclamó Rai- Me ha saltado un trozo de frenillo a la peluca.

Miré atrás y ví al pobre desgraciado medio decapitado pero vivo, al tiempo que gritaba "Libertad! Libertad!".

Una vez llegado al Palacete, Rummy volvió a abrirnos la puerta, con el consiguiente ritual de tirarle de los pelos del perineo.

Las estancias continuaban al mismo ritmo que horas atrás.

Pude observar que Salanova y El10 seguían tomando notas desenfrenadamente mientras el Subcomandante y Oscarini retozaban alegremente cual gracil baile de amor.

- Ya verás cuando vuelva mi novia de Inglaterra chaval! Se va a enterar de lo que vale un pene!

En la estancia siguiente la bella Yrsa estaba poniendo cachondos a Makilisto y La Rambla y, aunque se dejaba mirar, no les permitía los tocamientos, hecho que aún ponía más brutotes a los mirones.

- Dejádmela a mí, malandrines, que la pongo a caldo! -Gritaba Chiringui.

- Bah, no sabéis como tratar a una dama. Tenéis que tratarla con dulzura. Es lo primero que te enseñan en La Sorbonne. -apuntilló Kim.

- No en teniu ni ideia, putus pixapins! -elocubró Towers.

Y mientras Joan GC seguía riendo ante el espectáculo, detrás de una estatua de Franco subido a caballo, espada en alto.

Una vez llegamos a la habitación donde se encontraba el Capitán, éste aguardaba con una pera en el culo y una bombona de 50 litros que bombeaba agua caliente directamente hacia su recto, al ritmo del Jeronim0's Cadillac de los Modern Talking que Penélope hacía sonar desde el piano.

- Esta arpía me está matando! Porqué habéis tardado tanto cabrones!

Mientras, escondido tras unos matorrales, al lado de las caballerizas, aguardaba Aaron Z, sonrisa profidén en boca; con una UZI en una mano y "El diario de Ana Frank" en la otra.